Domingo 29 de marzo de 2009, la expedición llega al valle. Han cogido el primer carrilet de la mañana en la estación de Ribes-Vila, durante el viaje observan a través de las ventanillas del tren la gran cantidad de nieve que se acumula en el camino y aún no han llegado a la cota 2000. Las previsiones del sábado son de buen tiempo pero ya saben por propia experiencia que la zona es muy traicionera y van preparados para cualquier contingencia.
Son las 8:30 de la mañana cuando llegan a Núria, el parte meteorológico anuncia mal tiempo, cuatro grados bajo cero y rachas de viento de 20 kilómetros por hora, la sensación térmica cae por debajo de los once bajo cero. El riesgo de aludes es moderado, pero este nivel puede cambiar rápidamente, el viento esta acumulando mucha nieve en las laderas y el manto nivoso se puede volver muy inestable
Una breve parada en el vestíbulo de la estación para analizar la situación y preparar el equipo para empezar el camino de ascenso.
Esta nevando, el viento empuja con fuerza a la nieve que azota el rostro de los montañeros, una ventisca dificulta el avance la visibilidad es exigua, es necesario el uso de gafas para protegerse. Ni un solo centímetro de piel esta expuesto a este riguroso ambiente, gorro, guantes, pasamontañas y todo un arsenal de ropa técnica protegen su cuerpo.
Cada paso implica hundirse en la nieve más de 30 centímetros, es tal la intensidad de la nevada que en pocos minutos se borra el rastro que van dejando tras de sí, el camino no existe, se intuye sobre la marcha. Los obstáculos se van sorteando con dificultad y son constantes las trampas a las que les someten los arbustos, completamente tapados por la nieve ceden a su paso atrapándoles hasta la cintura.
En tan solo un kilómetro han consumido casi la mitad de todo el tiempo de que disponían para cubrir los seis kilómetros que quedan hasta la cima.
Habían previsto tres horas y ya han invertido más de una.
Ha dejado de nevar el viento amaina una barrera de más de dos metros de nieve polvo bloquea el acceso, es el golpe definitivo, en esas condiciones es imposible alcanzar la cima en los márgenes de tiempo previstos. Se replantean la situación, ha esta hora ya tenían que estar próximos a la cima o haberla coronado, están casi a 5 kilómetros de su conquista y calculan que a este ritmo no llegarían hasta primera hora de la tarde, demasiado tiempo, la ascensión se suspende definitivamente.
Comienzan a desandar el camino que tanto les ha costado hacer para llegar a este punto, hace un rato que no nieva y parece que las condiciones atmosféricas mejoran, pero aun así sigue siendo muy difícil la progresión, parte del camino que han abierto ha desaparecido por el efecto de la intensa nevada y en su retirada hacia el valle tendrán que volver a reabrirlo.
Pasa la ventisca y el buen tiempo gana terreno y aunque comienza a despuntar el sol, el día sigue siendo frío y el viento sigue soplando en rachas dispersas y muy de cuando en cuando para recordarles que no se puede bajar la guardia.
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